Hacer ejercicio: ¿por qué nos sentimos tan bien al practicarlo?

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¿Por qué nos sentimos tan bien al hacer ejercicio?

Al hacer deporte, nuestro cerebro se pone manos a la obra, empeñado en que nos sintamos lo mejor posible durante y tras el ejercicio.

Por Guille Galindo  |  11 Agosto 2020

¿Por qué hacemos ejercicio? O mejor dicho, ¿por qué no podemos parar de hacer ejercicio una vez empezamos? Todos los estudios que existen al respecto tienen una respuesta clara: porque nos sentimos mejor. Y razón no les falta, pero no deja de ser un supuesto bastante general en el que se puede profundizar fácilmente.

Podemos entender lo de sentirnos mejor desde un punto de vista físico. De hecho, la mayoría así lo hará. Ver cómo adelgazamos, nos ponemos fuertes o nos hacemos más ágiles y rápidos gracias al ejercicio lo convierte en algo imprescindible en nuestra vida, más aún si eres una persona de marcarse retos y los vas cumpliendo.

Pero el verdadero motivo por el cual el ejercicio es una droga que nos tiene enganchados no tiene nada que ver con nuestro exterior, sino con nuestro interior. En concreto, con el cerebro. Como si de una versión moderna de 'Érase una vez...' se tratara, acompañadnos en este viaje por nuestra sala de máquinas particular, donde comprenderéis cómo reacciona el cerebro ante el ejercicio y por qué os sentís tan bien al realizarlo.

El ejercicio no solo nos da fuerza, sino que nos hace sentir mejor.
El ejercicio no solo nos da fuerza, sino que nos hace sentir mejor. Unsplash

Endorfinas, neurotransmisores... Todo lo que libera el cerebro al hacer un poco de ejercicio

Por muy concentrados que estemos sentados en un escritorio, pocas veces someteremos al cerebro a una mayor capacidad de reacciones y relaciones sensoriales que a la hora de practicar una actividad física. En apenas media hora de ejercicio intenso, nuestro cerebro realiza miles de actividades con efectos de todo tipo en nuestro organismo. Como es imposible analizarlo todo, nos centraremos en los aspectos más importantes.

El primero, y más conocido por todos, la liberación de endorfinas. Nuestro cerebro, consciente del esfuerzo que está realizando nuestro cuerpo, decide soltar estas sustancias químicas que interactúan con diversos receptores de nuestra mente para disminuir el dolor y aumentar el bienestar, en ocasiones llegando prácticamente a una sensación de euforia sin saber muy bien por qué. Lo que decíamos, actúa como una droga, pero sin los efectos negativos.

El cerebro no solo libera endorfinas cuando hacemos ejercicio. Ojalá fuera tan sencillo. También suelta una proteína bastante importante, como veremos a continuación, denominada Factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC). El FNDC es fundamental para uno de los puntos más positivos de hacer deporte en el ámbito neurológico: la creación de nuevas neuronas en la región cerebral del hipocampo, lo que a la postre nos permite mantener en forma nuestra memoria y nuestra capacidad de aprendizaje. O dicho de otro modo, que detienen el envejecimiento prematuro de nuestro cerebro y pueden ayudar a prevenir enfermedades relacionadas, como la demencia o el Alzheimer. Mente sana en un cuerpo sano.

Por si no fuera suficiente, ahora le llega el turno a los neurotransmisores. Estos son, entre otros, los que van de una neurona a otra al practicar deporte, y su influencia en nosotros.

  • Serotonina: mantiene el equilibrio en nuestro estado de ánimo.
  • Dopamina: nos aporta placer y relajación.
  • Oxitocina: la hormona de los patrones sexuales también aparece al hacer ejercicio. Para que luego digan que no es como un orgasmo...
  • Leptina: la hormona que afecta al apetito nos genera una sensación de estar saciados simplemente con el deporte.
El cerebro sigue liberando sustancias químicas incluso después del ejercicio.
El cerebro sigue liberando sustancias químicas incluso después del ejercicio. Freepik

Aún hay más, y es que mucho de lo que hemos visto sigue funcionando incluso varias horas más tarde de terminar la rutina de ejercicio. Por eso el ejercicio nos ayuda a dormir mejor, entre otras ventajas. Sucede lo mismo con la quema de glucosa, que se mantiene tiempo después de haber finalizado, lo que a la larga previene la diabetes.

No obstante, debes saber que, aunque el cerebro hace milagros, no hace los que tú quieres que haga. Es decir, que si hay algo que te estresa, practicar ejercicio te servirá para relajarte, pero no solucionará tu problema. Tampoco pienses que, por irte un día a correr sentirás un placer intenso. Se trata de un proceso largo que requiere un compromiso por tu parte. Eso sí, vale la pena.

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