Cómo hacer dieta y seguir teniendo amigos

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Diario de un gordo a dieta IV: Cómo hacer dieta y seguir teniendo amigos

Hacer dieta ya es suficientemente difícil en soledad, así que cuando llega la hora de salir y quedar con los amigos, no digamos. En el 'Diario de un gordo a dieta', repasamos las dificultades de seguir un régimen y además salir a pasarlo bien.

Por Javier P. Martín  |  18 Septiembre 2018

Como os contaba en anteriores entradas de este "diario de un gordo a dieta" (aquí tenéis la primera, la segunda y la tercera parte), la dieta que empecé a hacer al principio de 2018 solo me permite, en teoría, una comida libre a la semana. En mi primera semana me costó mucho decidirme por cuál iba a ser ese gran homenaje que me daría en la noche del sábado: acabé decantándome por una nueva hamburguesería de la Gran Vía de la que me habían hablado bien. Me llevé allí a mis amigos y celebré con ellos lo estricta que había sido mi rutina alimenticia durante el resto de la semana, y ellos me acompañaron con alegría y alboroto.

A la semana siguiente no fue tan bonito. Por cuestiones laborales y logísticas, no todos podíamos reunirnos para cenar el sábado por la noche, y el plan "oficial" era tomar unas copas en casa de uno de ellos. Yo les dije que me pasaría un rato, pero bebería un refresco light y me iría pronto a casa. "No seas un aguafiestas", me decían. No entendían que si me tocaba tres copas iba a tirar por la borda gran parte del esfuerzo que había hecho a lo largo de la semana. El alcohol, como todo lo que me hace feliz, engorda mucho.

La vida social de los españoles, a diferencia de lo que pasa en otros países más fríos como Alemania, está muchas veces articulada alrededor de una mesa. Y con los amigos uno normalmente no cena una ensalada, a menos que seas una de las Divinas de 'Chicas malas'.

Cuando estás a dieta pasa algo muy curioso: hay gente a la que le molesta muy clara y explícitamente que lo estés. Se supone que no les afecta en absoluto, pero no solo no están dispuestos a ceder a la hora de elegir sitio en el que comer (hay restaurantes con cartas más variadas que pueden ayudarte a controlar la ingesta de calorías), es que responden con desprecio, enfado y mofa en cuanto compartes algo sobre tu dieta.

Nunca una foto de stock había ilustrado tan bien lo que supone hacier dieta y salir a comer con los amigos.
Nunca una foto de stock había ilustrado tan bien lo que supone hacier dieta y salir a comer con los amigos. Shutterstock

Les pasa lo mismo a los que intentan dejar de fumar o beber: hay quienes se lo toman con cinismo e incredulidad en vez de apoyar a sus amigos, familiares o compañeros de trabajo. Hay gente a la que simplemente le irrita que intentes mejorar tu vida.

Sin llegar a esos extremos, sigue siendo difícil compaginar una dieta con una vida social activa incluso cuando los involucrados son amigos que apoyan tus esfuerzos. Yo he llegado a comer en casa lo que me tocaba e irme después a reunirme en un restaurante con una pareja de amigos que estaba de visita en la ciudad. Ellos pidieron su comida, yo un café. Con cada sorbo que le daba, miraba a su plato de patatas y notaba mi estómago rugir. Es algo que he intentado evitar de ahí en adelante.

No solo las reuniones con amigos suelen conllevar comida y alcohol. Los eventos del trabajo, los cumpleaños en la oficina, las visitas a la familia o las citas románticas: las ocasiones para saltarse la dieta por presión social acaban siendo mucho más recurrentes de lo que parece. Y ya es difícil reunir la fuerza de voluntad para mantener la dieta en tu vida diaria, como para tener que enfrentarte a una legión de personas diciéndote que "por una vez no pasa nada".

Estar a dieta también puede ser incompatible incluso con tener pareja: las opciones son arrastrarla a ella contigo o saltártela para pasar un rato agradable.

Hay que encontrar el punto medio

La solución siempre es encontrar un término medio. En mi caso, eso es algo que he hecho cuando ya llevaba unos tres meses a dieta y estaba viendo resultados. Al principio uno tiende a ser mucho más intransigente y fiel al plan, y tiene sentido: el gran esfuerzo y la mayor pérdida de peso está en esas primeras semanas, y hay que comprometerse. Pero después hay que buscar un equilibrio, y si lo haces te sientes como si salieras de una cueva después de unos años hibernando. En mi caso, ahora llevo a rajatabla lo que me pide el nutricionista de lunes a viernes y soy más laxo en los fines de semana, donde intento concentrar todas mis citas sociales.

En los últimos meses es cierto que he perdido peso con menos rapidez que al principio. Pero el progreso sigue ahí, seguro y constante.

Es importante que hagas una dieta lo suficientemente estricta como para sentir que estás consiguiendo tus objetivos, pero no lo es menos que sigas teniendo amigos para que te digan lo delgado que estás. Eso sí, los amigos vienen y van, pero la dieta permanece.

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