La testosterona y su relación con el deporte

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La testosterona y el rendimiento deportivo: ¿hasta qué punto están relacionados?

Nunca una hormona ha dado tanto de qué hablar en el mundo del deporte como la testosterona. Siempre envuelta en polémica y sometida a estudios e investigaciones de todo tipo, nunca arroja conclusiones del todo esclarecedoras. ¿Está comprobada su relación con el rendimiento deportivo?

Por Adrián Tomé  |  30 Junio 2022

La testosterona es una hormona sexual eminentemente masculina que se segrega en mayor cantidad en hombres que en mujeres. Además de ser necesaria para el desarrollo de tejidos en el aparato reproductor, cumple varias funciones, como el aumento de masa muscular y ósea y el crecimiento de pelo corporal, así como prevenir la osteoporosis. Ya desde hace tiempo se le ha encontrado un uso como suplemento deportivo debido a su función anabólica como crecimiento de masa muscular. Desde 1930 se han estado utilizando suplementos basados en la testosterona para aumentar el rendimiento deportivo, por lo que su relación parece muy estrecha. Tanto, que ha dado pie a una gran polémica a su alrededor, y todo por los esteroides.

La testosterona se ha usado desde hace décadas para transformarse en un esteroide anabólico androgénico, es decir, a partir de la modificación química de la testosterona, se intenta reducir los efectos androgénicos y virilizantes e incrementar las acciones anabólicas de la hormona. Con esto lo que se consigue es mejorar el desarrollo muscular gracias al incremento de la síntesis proteica de los músculos, lo que implica mayor resistencia, fuerza o velocidad en función del tipo de entrenamiento que se haga. Lo que ocurre exactamente es que las fibras musculares aumentan su tamaño y velocidad de recuperación, consiguiendo mejores resultados en menos tiempo.

El uso de los esteroides anabólicos es mayoritariamente realizado a través de una inyección intramuscular. Un deportista puede recurrir a él durante cortos periodos de tiempo varias veces al año para aumentar considerablemente su rendimiento. Eso sí, el fármaco por sí mismo no hace milagros, simplemente maximiza los resultados de un entrenamiento ya exigente, por lo que su uso se suele limitar a deportistas de élite o culturistas.

Diversos estudios han confirmado que estas dosis de esteroides derivados de la testosterona efectivamente estimulan la masa muscular, disminuyen la grasa corporal y aumentan la agresividad y la motivación para competir.

Este tipo de esteroides, que durante décadas se utilizaron abiertamente y sin complejos en numerosas competiciones deportivas, son ahora considerados dopaje. Pero, con el caso de la testosterona en concreto, hay bastante debate, ya que los límites o el punto de identificación del dopaje de testosterona son bastante difusos y controvertidos. Esto se debe a la gran cantidad de trastornos naturales entre atletas en lo que se refiere a la producción de esta hormona, así como la inclusión de deportistas trans.

Los propios tests que tratan de impedir el dopaje pueden convertirse en discriminatorios contra estos grupos, lo cual es evidentemente un problema. La tendencia actual pasa por basarse en los exámenes previos de ese atleta en concreto para determinar si hay o no dopaje, aunque esto no es especialmente efectivo con deportes menores o atletas debutantes al no tener suficientes datos.

De hecho, el competir a un alto nivel deportivo también ha demostrado producir un nivel mayor de testosterona. Por lo tanto, que una persona que cuente con una producción de por sí superior de testosterona, y que además sea un deportista de alto rendimiento, haría saltar todas las alarmas de dopaje si se compara con los promedios establecidos. Estos aumentos de testosterona pueden ser también temporales producidos por aspectos como una victoria o la excitación sexual, pudiendo también alterar los análisis. Una derrota, por el contrario puede reducir considerablemente los niveles de testosterona, al crear una sensación de rendición y desánimo en futuras competiciones.

De todos modos, conviene tener en cuenta que la testosterona generada de manera natural, por mucha que sea, no implica necesariamente que el rendimiento aumente. La poca consistencia en estos casos indica que hay muchos más factores que la producción de testosterona para alcanzar a comprender o explicar un rendimiento atlético superior. Que los esteroides basados en testosterona tengan esas efectos se relacionan más por la respuesta corporal al fármaco que a la cantidad de testosterona en sí. Especialmente en el caso de las mujeres, apenas hay ningún tipo de evidencia que pruebe que un mayor nivel de testosterona tenga una relación causal con las cualidades atléticas.

Más de un 25% de los hombres deportistas de élite están por debajo del nivel mínimo de testosterona según la International Association of Athletics Federations
Más de un 25% de los hombres deportistas de élite están por debajo del nivel mínimo de testosterona según la International Association of Athletics Federations GTRES

En palabras de Joanna Harper, doctora de Loughborough University y especializada en atletas trans, "hay ciertamente un número de factores que afectan al rendimiento atlético, y la testosterona solo uno de esos factores". Sin embargo, no está claro qué otros factores complementan a esta hormona, aunque hay muchos investigadores que aluden a razones sociológicas detrás de las diferencias de rendimiento entre hombres y mujeres y que nada tienen que ver con la testosterona (predisposición social inclinada a atletas masculinos, mayor acceso al deporte, mejores instalaciones deportivas, mejores salarios, etc.). Lo que sí parece cierto es que es imposible predecir la capacidad atlética de un deportista en función de su nivel de testosterona, al menos la producida naturalmente. Pero una vez más, está comprobado que los esteroides basados en ella funcionan, lo que pone en duda la existencia o importancia de otras causas más allá de la testosterona.

Las implicaciones del uso de esteroides

Volviendo a los esteroides enfocados en producir mayor testosterona en el cuerpo, no hay que dejar de lado los efectos secundarios que pueden llegar a provocar. A pesar de los intentos por neutralizar los efectos andrógenos de la hormona, todavía no se han conseguido eliminar completamente y pueden producir efectos virilizantes, especialmente en mujeres, tras un uso prolongado. Con los hombres, uno de los problemas tiene que ver con la pérdida de vigoridad sexual, llegando a producir impotencia y esterilidad en los peores casos.

Aun ignorando los posibles efectos adversos, aquí entra el componente moral de su consumo. Regulaciones y normativas aparte, se trata de un estimulador externo para tu estructura muscular que provoca un rendimiento que, sin él, sería teóricamente imposible. Por hacer una comparación, enfrentarte a otro atleta que no cuenta esa ventaja extra sería como ir en bici a una carrera de atletismo. Los defensores de los esteroides aseguran que es parecido a basar tu dieta en suplementos alimenticios para mejorar tu rendimiento. No obstante, la concepción más 'antinatural' de los esteroides los ha convertido en un elemento prohibido en el deporte. A pesar de ello, en EEUU muchos esteroides creados a partir de la testosterona son legales y están disponibles para comprar en farmacias con prescripción médica, por su uso médico ante lesiones, como las quemaduras, para evitar el atrofio muscular gracias a sus propiedades anabolizantes. Pero esto también ha provocado que Estados Unidos sea el país con el uso de esteroides entre atletas más extendido (más que Rusia o China, sí), con sonoros casos como el de la MLB.

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'A-Rod' reconoció que cayó en el uso de esteroides por la enorme presión que tenía para ofrecer resultados GTRES

En definitiva, el uso de los esteroides asociados con la testosterona es el punto más delicado de una relación ya de por sí complicada entre el rendimiento deportivo y esta hormona. Una relación de la que, tras años y años de largo estudio, todavía queda mucho por descubrir.

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